9 de febrero de 2010

De Copenhague 2009 a México 2010.La esperanza de América Latina


Todas las esperanzas estaban puestas en que con la llegada de Barak Obama a Copenhague y su encuentro con los poderosos del Planeta como China, India, Inglaterra, Alemania, Francia, Sudáfrica, Canadá, Brasil, se llegaría a un acuerdo que permitiera bajar las emisiones de CO2 de cada uno de los países responsables de la catástrofe climática que enfrenta la Tierra. Sin embargo, no fue así, no hubo consenso, ni compromiso.
Por qué se preguntaran muchos no se llegó a un acuerdo y la respuesta no hay que buscarla en los gobernantes sino en el sistema económico que existe en todos estos países.
Pese a que desde 1997, con el protocolo de Kioto se viene haciendo presión por parte de los ciudadanos conscientes del colapso a que nos está llevando el desarrollismo, ningún país se compromete a un acuerdo obligatorio en reducción de emisiones, sino todos lo quieren hacer voluntario, es decir no vinculante, con ello podrán permitir que sus industrias y sus sistemas obsoletos de producción y disposición de residuos sean manejados a su antojo.
Aunque la cita era para 193 Estados, y literalmente todos acudieron, solo 15 de ellos decidieron qué hacer y se reunieron a puerta cerrada, sin llegar por si mismos a un acuerdo que le mostrara a los habitantes del Planeta y especialmente a los niños la responsabilidad que los mayores tiene con su presente y su futuro.
No bastaron 13 jornadas de reunión día y noche de los negociadores de los países ricos, para comprometerse en disminuir sus emisiones y decidir el apoyo a los países con economías menos prósperas e igualmente menos contaminadores.
Lo que se pudo observar en Copenhague fue humillante y vergonzoso, en el sentido de ver a la mayoría de los países del orbe impotentes y secuestrados durante 13 días, a las decisiones que nunca se tomaron, mientras que en las afueras del principal centro de convenciones de Dinamarca se reprimía y se encarcelaba a las organizaciones y líderes ambientalistas, quienes eran la voz de la conciencia de todos quienes creemos en una oportunidad de vida mejor, es decir en una ecosociedad.
Ni que hablar de la delegación colombiana, plegada a los intereses de los poderosos, estirando la mano al fondo verde para que el gobierno pueda continuar administrando recursos que atornillen el mal manejo ambiental del país, justificando que nuestra contribución de CO2 es mínima, mientras nuestros ríos agonizan pestilentes y las ciudades intermedias crecen en cinturones de miseria, se hunden en los desperdicios y no hay agua potable.
De Copenhague a México hay un año y una reunión intermedia en mayo, en Alemania. Por el bien de nuestra especie y de la vida, cada día debemos redoblar nuestros esfuerzos en proteger el Planeta y hacer ver lo equivocado que está el modelo capitalista y su empeño por hacernos vivir una felicidad superflua y consumista.
América Latina y los demás países del mundo, deben unir su voz en México a la de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, quienes fueron los únicos que se opusieron a la farsa de la ONU, en Copenhague, para mostrar que tenemos otra oportunidad y mostrar el camino a seguir, en la perspectiva de crear una sociedad ambiental y ecológicamente más amable para todos. La propuesta es que debemos seguir actuando en búsqueda de ese derecho.


Artículo del periódico sxxi.net - edición 53

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